Para
ver nuestra aura lo más sencillo es seguir dos pasos. En el primer paso se
busca que la persona aprenda a sentir su campo energético y en el segundo paso
ya se da el salto para aprender a verla directamente con los ojos. Sería bueno
que si de verdad queremos aprender a ver las auras comenzáramos por el primer
paso, puesto que, aunque para algunas personas este paso pueda resultar
aburrido es de gran utilidad para poder acostumbrar mejor a nuestros ojos para
el segundo paso.
Primer
paso: sentir nuestra aura
Sentir
que tenemos aura nos proporciona más seguridad a la hora de intentar verla. Hay
diversos métodos para intentar sentirla, pero sin duda el más conocido y fácil
de hacer es juntando las palmas de las manos.
Para
realizarlo ponemos nuestras palmas de las manos una al lado de la otra y con
una distancia de 30 cm. Así en esa posición prestamos especial atención a qué
sentimos en nuestras manos y cómo lo sentimos. Estaremos unos tres minutos.
Pasados
los tres minutos acercaremos las palmas de las manos a unos 20 centímetros y
repetiremos el proceso de prestar atención a qué sentimos y cómo lo sentimos.
Estaremos otros tres minutos.
Pasado
ese tiempo acercaremos nuestras manos unos 10 centímetros y repetiremos el
mismo proceso que las otras veces.
Finalmente
acabaremos a una distancia de entre 3 y 5 centímetros en la que realizaremos el
mismo análisis que las fases anteriores.
Lo más
normal es que sea en esta última fase en la que notemos una ligera presión,
algo parecido a cuando metemos la mano en el agua, pero mucho más suave,
incluso casi imperceptible si no prestamos atención. Algunas personas con una
mayor sensibilidad pueden sentir su aura en las primeras fases, pero no es lo
común.
Analiza
especialmente los cambios que vas notando a medida que acercas las palmas de la
mano. Lo más tradicional suele ser notar un cambio de temperatura, pero se
pueden notar muchas más cosas.
Realiza
esta fase hasta que tengas totalmente controlada y analizada la sensación.
Tómate todos los días que te hagan falta, porque no será en vano.
Segundo
paso: ver nuestra aura
Lo
primero es hacerse con dos tipos de cartulinas, una de color negro y otra de
color blanco. Estas cartulinas nos ayudarán a hacer de pantalla para
facilitarnos la visión del campo energético. Hay personas que ven mejor con un
fondo negro y otras que ven mejor con un fondo blanco, así que con la práctica
podrás determinar con cual de ella te sientes más cómodo. De todas formas, de
momento vamos a trabajar con ambas.
La
parte del cuerpo que vamos a utilizar para ver nuestra aura será la mano. Vale
la izquierda o la derecha, lo que te resulte más fácil. Utilizamos la mano
porque en ella siempre se concentra mucha energía y nos facilita las cosas.
Es muy
importante que tengas en cuenta que vas a ver el aura no con tu visión central,
sino con tu visión periférica, lo que equivale a decir que mientras tu mirada
estará depositada en una parte de la mano tu atención se dirigirá a los bordes
de la misma. Esto resulta un poco difícil al principio porque estamos muy
acostumbrados a concentrar nuestra atención donde ponemos nuestra mirada.
En
este caso aquellos individuos que suelen quedarse ensimismados o en su mundo de
vez en cuando, tendrán más posibilidades y facilidades para comenzar a ver su
aura. También es posible que te duelan los ojos por el esfuerzo, que te marees
un poco o que te comiencen a lagrimar. Incluso al principio puede que quedes
momentáneamente cegado por una luz. Pero no has de preocuparte porque esto es
lo más normal del mundo debido a que tienes la visión periférica atrofiada, y
has de volver a recuperarla.
No
fuerces demasiado las cosas, comienza con unos minutos al día y a medida que
vayas sintiéndote cómodo puedes ampliar el tiempo. Recuerda que tus ojos son un
bien muy preciado y que hay que cuidarlos así que una vez más te recomendamos
que no te excedas mientras estás aprendiendo.
Bien,
el ejercicio se desarrolla de la siguiente manera. Pon una de las cartulinas
debajo de la mano que quieres ver. A una distancia de unos 10 a 30 cm. La mano
ha de estar abierta y los dedos un poquitín separados entre sí de manera que
puedas ver también su energía por separado. Ahora deposita tu mirada en el
centro de la mano, pero utilízala más bien como un punto de fuga, es decir,
aunque tu mirada está dirigida hacia el nudillo del centro haz como si
quisieras ver más allá, es decir, como si quisieras ver qué hay detrás de la
mano en la cartulina. A veces puede ser muy útil desenfocar un poco la mirada.
Poco a
poco tendrás que ir intuyendo como una neblina transparente rodea tu mano que
es tu doble etérico y con el paso de los segundos tendrás que ir descubriendo
ya esa neblina con tus propios ojos. Descansa tras unos minutos y prueba el
mismo ejercicio con la otra cartulina.
No es
normal que las primeras veces veas colores en esa neblina, lo más natural es
que la veas transparente y de poco grosor. Pero si sigues practicando verás
cada vez con más claridad que esa neblina se hace mucho más gruesa y que adopta
algún que otro color. Recuerda que no tienes que ver nada prefijado, ni de una
forma concreta. De hecho, a veces es posible que veas como uno de tus dedos
parece más largo que los otros, o que en determinada zona de la mano la neblina
es más gruesa que en el resto.
Tómate
lo que veas de manera natural, no lo trasciendas demasiado porque recuerda que
es una capacidad que ya tenías de pequeño, pero que se te olvidó. Además, te
recordamos que todo el mundo puede conseguirlo, así que no desesperes y si de
veras tienes ganas de conseguirlo sigue practicando.
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