La hipocresía es la actitud constante o esporádica de fingir
creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que no
se tienen o no se siguen. La persona hipócrita finge cualidades o sentimientos
contrarios a los que verdaderamente tiene o experimenta. La hipocresía en si es
un tipo de mentira o pantalla de reputación.
Parece que es mejor visto y más sensato “maquillar” nuestro
comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos
sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra
espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa. Pero eso no
siempre se traduce en mayor felicidad y bienestar.
La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás
motivos reales, o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la
inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace.
Es muy frecuente en amigos, familiares, parejas que no se
conozcan, aunque convivan durante años. Esto ocurre porque no nos damos la
libertad de hablar de nuestros pensamientos, de mostrarnos tal como somos. Yo
digo: si no te gusta cómo eres o no te va bien con tu forma de ser, aprende,
cambia, crece, pero no te escondas. El ser humano no nace hecho, se hace. Hasta
el día de nuestra muerte podemos aprender, debemos aprender. Vivimos en un
mundo social donde tenemos que tener en consideración nuestros deseos y el del
otro.
Como puedes ver, la hipocresía es una de esas cualidades que
nadie quiere tener, pero que, en alguna medida, todos sufrimos. Por suerte, se
puede luchar contra ella (tanto si eres tú el hipócrita, como si lo es alguien
a tu alrededor).
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